Informativa: Tiene que ver con la transmisión y recepción de la
información. A través de ella se proporciona al individuo todo el caudal de la
experiencia social e histórica, así como proporciona la formación de hábitos,
habilidades y convicciones. En esta función el emisor influye en el estado
mental interno del receptor aportando nueva información.
Afectivo - valorativa: El emisor debe otorgarle a su mensaje la
carga afectiva que el mismo demande, no todos los mensajes requieren de la
misma emotividad, por ello es de suma importancia para la estabilidad emocional
de los sujetos y su realización personal. Gracias a esta función, los
individuos pueden establecerse una imagen de sí mismo y de los demás.
Reguladora: Tiene que ver con la regulación de la conducta de las
personas con respecto a sus semejantes. De la capacidad autorreguladora y del individuo
depende el éxito o fracaso del acto comunicativo Ejemplo: una crítica permite
conocer la valoración que los demás tienen de nosotros mismos, pero es
necesario asimilarse, proceder en dependencia de ella y cambiar la actitud en
lo sucedido.
Hechos sociales como la mentira
son una forma de comunicación informativa (aunque puede tener aspectos
reguladores y afectivo-valorativos), en la que el emisor trata de influir sobre
el estado mental del receptor para sacar ventaja.
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